sábado, 25 de octubre de 2014

El último debate televisivo entre Rousseff y Neves calienta la campaña

Las denuncias de corrupción en Petrobras y las acusaciones mutuas de "juego sucio" en la campaña marcaron anoche el último debate televisivo previo a los comicios presidenciales del domingo, entre la actual mandataria, Dilma Rousseff, y el senador opositor Aécio Neves, difundido por la TV Globo.

Neves, quien según las últimas encuestas llega al final de la campaña en desventaja de entre seis y ocho puntos porcentuales frente a la mandataria, abrió el debate indagando a su rival sobre un reportaje publicado en el día por la revista "Veja", que aseguró que Rousseff y su antecesor, Luiz Inacio Lula da Silva, estaban enterados de la corrupción en la petrolera estatal Petrobras.

Según denunció a la Justicia el exdirector de la empresa, Paulo Roberto Costa, un tres por ciento del monto de todos los contratos firmados entre 2004 y 2012 era desviado para financiar a agrupaciones políticas oficialistas, entre ellas el Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff. La publicación, opositora al actual gobierno, asegura en su reportaje que otro participante de la red de corrupción, el cambista Alberto Yousseff, afirmó ante la Justicia que Rousseff y Lula estaban enterados de las irregularidades, pese a que no reveló pruebas de sus afirmaciones.

"Acusaciones infundadas"

Rousseff sostuvo que la información de la revista es falsa, e insinuó que "Veja" está "a servicio" de la candidatura de Neves. "Esta revista, que hace oposición sistemática hacia mí, divulgó una calumnia. Es un intento de golpe electoral. Pero el pueblo no es bobo y sabe que esta información está manipulada, porque no se ha presentado ninguna prueba, y estoy segura que el domingo demostrará su indignación por el voto, derrotando a su candidatura", dijo.

El representante del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), por su parte, acusó al Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff de realizar "terrorismo", al repartir panfletos con informaciones falsas sobre su candidatura, y de advertir a los electores más pobres de que serán excluidos de los beneficios sociales si votan por él. "Hay una manera fácil de poner fin a la corrupción: sacar al Partido de los Trabajadores del Gobierno", dijo Neves en respuesta a una pregunta de un votante sobre cómo mejorar las indulgentes leyes anticorrupción de Brasil.

La economía en el punto de mira

Los dos candidatos repitieron los temas centrales de su campaña. Rousseff prometió mantener los programas sociales de su gobierno, construir tres millones de viviendas con crédito subsidiado en el marco del proyecto "Mi Casa, Mi Vida" y poner en marcha un duro combate a la inflación, que amenaza con superar el 6,5 por ciento anual, el techo de la meta fijada por el gobierno: "Es mi compromiso el control de la inflación".

Neves, por su parte, también prometió mantener y "perfeccionar" los programas sociales y reactivar la economía brasileña -que este año cerrará con un modesto crecimiento del 0,9 por ciento, según prevé el gobierno- y bajar la inflación. Según el candidato, de no haber "un cambio radical en nuestra política económica", el país dejará de generar puestos de trabajo: "Con reglas claras, agencias reguladoras eficaces y política fiscal trasparente, aceleraremos el crecimiento de Brasil y generaremos más y mejores empleos".

Según las últimas encuestas de las firmas Datafolha e Ibope, las más reconocidas del país, Rousseff tiene una ventaja de entre seis y ocho puntos porcentuales para la segunda vuelta electoral del próximo domingo. Sin embargo, la campaña del candidato socialdemócrata mostró en televisión un sondeo de la empresa Veritá, el cual sostiene que ganará las elecciones del domingo con un 53 por ciento de los votos, frente al 48 por ciento que obtendría Rousseff. La campaña prosigue hoy con sendos actos públicos de los candidatos.

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